miércoles, 25 de mayo de 2011

Poema en Línea Recta (Fernando Pessoa)

Nunca he conocido a nadie a quien le hayan roto la cara.
Todos mis conocidos han sido campeones en todo.
Y yo, tantas veces despreciable, tantas veces puerco, tantas veces vil,
yo, tantas veces irrefutablemente parásito,
imperdonablemente sucio,
yo, que tantas veces no he tenido paciencia para bañarme,
yo, que tantas veces he sido ridículo, absurdo,
que he tropezado públicamente en las alfombras de las ceremonias,
que he sido grotesco, mezquino, sumiso y arrogante,
que he sufrido ofensas y me he callado,
que cuando no me he callado, he sido más ridículo todavía;
yo, que les he parecido cómico a las camareras de hotel,
yo, que he sentido el guiño de ojos entre los estibadores,
yo, que he hecho macanas financieras y he pedido prestado sin pagar,
yo, que cuando llegó la hora de las peleas, me he agachado
fuera del alcance las bofetadas;
yo, que he sufrido la angustia de las pequeñas cosas ridículas,
verifico de que en esto no tengo par en este mundo.

Toda la gente que conozco y que habla conmigo
nunca hizo nada ridículo, nunca fue insultada,
nunca fue sino príncipe - todos ellos príncipes - en la vida...

Quién pudiese oír de alguien la voz humana
que confesase no un pecado, sino una infamia;
que contase, no una violencia, sino una cobardía!
No, son todos el Ideal, si los oigo y me hablan.

¿Quién hay en este ancho mundo que me confiese que una vez fue vil?
¡Oh príncipes, hermanos míos,

basta, estoy harto de semidioses!
¿Dónde es que está la gente en este mundo?

¿Seré yo el único ser vil y equivocado de la tierra?

Podrán no haberles amado las mujeres,
pueden haber sido traicionados; pero ridículos, ¡nunca!
Y yo, que he sido ridículo sin ser traicionado,
¿cómo puedo hablar con esos superiores míos sin titubear?
Yo, que he sido vil, literalmente vil,
vil en el sentido mezquino e infame de la vileza.